La primera vez que se introdujo el grano de café al estado de Chiapas fue en 1847 por Geronimo Manchinelli, en el municipio de Tuxtla Chico, en donde se encuentran las históricas ruinas de Izapa, y el majestuoso volcán Tacaná, donde se adaptó rápidamente el primer grano de café chiapaneco. Este provenía de Guatemala, donde las condiciones climáticas y de producción son parecidas
Su relevancia ambiental se centra en su cultivos bajo árboles de sombra, lo cual promueve la biodiversidad, captura dióxido de carbono, produce oxígeno y conserva el suelo y mantos acuíferos. Los cafetales de sombra se encuentran dentro de diversas Áreas Naturales Protegidas, como la Reserva de la Biosfera El Triunfo, la Reserva de la Biosfera de la Sepultura, la Reserva de la Biosfera de La Encrucijada y la Reserva de la Biosfera del Volcán Tacaná.
Las zonas cafetaleras de Chiapas son 13: Angel Albino Corzo, Bochil, Comitán, Copainala, Acapetahua, Motozintla, Ocosingo, Ocozocoautla, Palenque, Pichucalco, San Cristóbal de las Casas, Tapachula y Yajalón. Más de la mitad de las hectáreas de superficie sembrada de café en el estado se encuentran en las regiones de Sierra Mariscal y Soconusco. Esta última es una de las más relevantes, al contar con una superficie sembrada de 44, 128 hectáreas y una temperatura promedio de 24 °C que producen uno de los cafés más exquisitos de México.
Los pequeños productores, en su mayoría indígenas tseltales, tsotsiles y zoques, desempeñan un papel crucial en la producción. Se agrupan en cooperativas que fomentan la producción sostenible y el comercio justo. Estas organizaciones han ayudado a los caficultores a obtener certificaciones orgánicas y de comercio justo, lo que les permite acceder a mercados internacionales con mejores precios
Más allá de su valor económico, el café en Chiapas representa tradición, trabajo comunitario y sostenibilidad. Las cooperativas promueven prácticas orgánicas y comercio justo, fortaleciendo la identidad regional y apoyando a los pequeños productores